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“Pensé que lo había visto todo en la guerra, pero esto me tocó distinto. Me hizo pensar en cuántas veces juzgo sin saber lo que hay detrás. Salgo de aquí con otra mirada, más humana.”
62 años, Ibagué
“Escuchar a Rosa me partió el alma. Uno cree que los policías son solo uniformes, pero son personas con historias que duelen y también enseñan. Gracias por compartirla con nosotros.”
33 años, Medellín
“Mi papá fue soldado, y siempre hablaba poco de lo que vivió. Ver estas historias me hizo sentir más cerca de él. Es como si por fin entendiera su silencio y su forma de cuidarnos.”
28 años, Valledupar
“Nunca imaginé que un proyecto con realidad virtual me haría llorar. Fue como estar en sus zapatos por unos minutos. Me voy con el corazón apretado, pero agradecido por lo que viví aquí.”
40 años, Bogotá
“La historia de Jean Carlo me recordó que todos cargamos batallas invisibles. Lo que él vivió y lo que construyó después es pura inspiración. Esto debería verlo todo el país, especialmente los jóvenes.”
19 años, Armenia
“No soy muy emocional, pero esto me movió fibras. Vi a mi hermana en Jenifer, a mi tío en Juan David. Esto no es solo un proyecto, es una cachetada de realidad que todos necesitamos.”
47 años, Manizales
“La guerra la sentí lejos… hasta hoy. Me llevo preguntas que nunca me había hecho, y sobre todo, respeto por quienes siguen adelante pese a todo. Qué duro y qué bello a la vez.”
55 años, Villavicencio
“Me sorprendió que la tecnología no fuera solo para entretener. Aquí la usaron para contar verdades que duelen, pero que también sanan. Es como si el visor hablara al alma.”
25 años, Popayán
“Yo vine por curiosidad y salgo transformada. Me hizo pensar en mis propios límites, en las veces que quise rendirme. Estas historias me dieron un empujón que necesitaba.”
31 años, Bucaramanga
“Neider con su perro, la mirada de Jenifer, la risa tímida de Jaime… me los llevo conmigo. Este recorrido fue como abrir una herida para que empiece a cicatrizar con sentido.”
36 años, Medellín
“No conocía estas historias, y qué bueno que ahora sí. No solo cambiaron mi percepción de la Policía, sino que me ayudaron a pensar en lo que significa seguir adelante cuando todo duele.”
21 años, Cartagena
“Es increíble lo que se puede sentir sin moverse del lugar. Casi podía oler la tierra mojada, escuchar los gritos, sentir la tensión. Fue una experiencia que me retumbó el cuerpo y la cabeza.”
44 años, Bogotá.
“Me dolió cada historia, pero también me llenó de esperanza. A veces creemos que nuestros problemas son los peores, pero estas personas muestran que incluso desde la pérdida se puede servir.”
58 años, Pereira
“La experiencia fue tan intensa que salí con ganas de abrazar a alguien. Nunca me había sentido tan cerca del dolor ajeno. Gracias por abrir este espacio de verdad y empatía.”
30 años, Cali
“La pregunta sobre los límites me persiguió toda la experiencia. Y al salir, entendí que a veces los límites los tenemos en la cabeza, no en el cuerpo. Estas personas lo demuestran con hechos.”
27 años, Bogotá
“Este proyecto me devolvió la fe en el poder de la narración. No se trata solo de contar historias, sino de contarlas bien, con respeto y con alma. Aquí lo lograron.”
39 años, Barranquilla
“Ver a Rosa María sobrevivir a lo que vivió y seguir con esa fuerza me conmovió hasta las lágrimas. Ojalá más personas puedan escucharla. Es un testimonio que no se olvida.”
34 años, Neiva
“Lo que más me impactó fue ver cómo el dolor puede convertirse en servicio. Yo también tengo una discapacidad, y esto me ayudó a ver otras formas de encontrar sentido.”
51 años, Sincelejo
“Cuando vi los rostros animados mezclarse con las voces reales, sentí que algo se rompía en mí. Fue poético y duro a la vez. Me recordó que la empatía empieza por escuchar.”
22 años, Pasto
“No sabía qué era eso de transmedia ni realidad inmersiva, pero ahora lo entiendo: es como si uno viviera dentro del testimonio. Y lo que uno vive, no se le olvida fácil.”
60 años, Soacha
Las historias de siete policías que transformaron la pérdida física en servicio público se abren ante la cámara no para inspirar lástima, sino para que el espectador reconozca en ellas sus propias batallas interiores.
Recuerda que durante más de sesenta años, la guerra de Colombia esparció minas, miedos y silencios por cuerpos y territorios. ¿Dónde empiezan y terminan tus límites?
Deja tu respuesta en este muro digital; cada reflexión alimenta esta memoria viva que busca despejar prejuicios y abrir caminos de empatía. Tu perspectiva permanecerá visible para los que vengan detrás.